martes, 19 de febrero de 2013

Los Marginados (Hijos de Todos) Reflexión crítica con Arte


Los Marginados (El Jorobado de Notre Dame) - Fernanda Meade


LA MARGINACION Y POBREZA EN LATINOAMERICA


Los oprimidos

Autor:Anónimo
Corrido del año 1825.


Voy a cantar un corrido
de esos que hacen padecer
y les suplico, señores,
me perdonen, por favor.
Desde que los españoles
vinieron a este lugar
quedamos esclavizados
sin tener tierra ni hogar.Tres siglos largos, señores,
el indio triste sufrió,
hasta que luego, en Dolores,
la libertad lo alumbró.
Del cura de Guanajuato
toditos se han de acordar:
murió como buen soldado
por darnos la libertad.Pero el veintiuno, el Gobierno,
la Independencia nos dio
quedando los españoles
dueños de nuestra nación.
Toda la tierra tomaron
y al indio nada quedó,
sin pensar que por ser dueño
durante once años peleó.Por eso el indio ha sufrido
miserias, hambre y dolor
esperando le devuelvan
sus tierras que tanto amó.
Ya mejor le pide al cielo
que lo quite de vivir
con eso que, mejor muerto,
ya no tiene que sufrir.

http://aspirantesexcluidos.blogspot.mx/p/historia.html
Desiderata
por Claudio Molinari



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Te deseo que un día entresemana estés tomando un café en una terracita con sol, leyendo un libro de esos que te hacen reír solo, y que entonces te suene el móvil y que una amiga te pase a visitar, una amiga buena, de esas que tiene sofá, y que vuelva de la barra con un pincho de tortilla y varias rodajas de pan, porque la última vez, aunque te habías olvidado, la habías invitado tú. Y que entonces pase una tercera persona, que no te conoce tanto pero sí a tu amiga, y la invite a hacer un picnic en la sierra. Y de repente, sin saber muy bien por qué, te veas metido en un plan que unos minutos antes ni siquiera te imaginabas. Críos incluidos.
Y te deseo que la tercera persona te parezca rara, y que con el tiempo te lo siga pareciendo, sólo para aprender a aceptar que no hay por qué entender siempre a todo el mundo, y que entonces la rara te pida que vayas a buscar lo que tengas en la nevera y regreses en un rato con ropa de campo, y que entonces tú compres un par de barritas de pan y un poco de jamón por las dudas y que tu amiga compre un brownie y que la rara traiga un cacho de queso y media botella de vino, y que después de un rato de carretera lleguen a un rincón de la sierra donde hay una cabañita de madera humilde, hecha con manos amorosas, y otra casita de cemento, en la que se filtra el chifle, y un cobertizo acristalado, que es el baño, y que haya un montón de árboles frondosos y plantas y hasta un arroyo secreto que baja burbujeando entre piedras y troncos hasta formar un estanque.
Y te deseo que esa tarde íntima e improvisada de amigos y críos y arroyo y queso y vino te haga reflexionar sobre lo que de verdad quieres, sobre lo que de verdad es la meta de la vida, sobre las aspiraciones que te impulsan a seguir en este manicomio, sobre cuánto trabajas, por qué y para qué, sobre el precio que pagas, sobre lo que te pierdes, sobre el rumbo que lleva este tren, y que te mires por dentro y te sinceres y te preguntes si deseas ser otro pasajero más, porque alguien, algún día, en algún lugar tiene que hacerlo, y también que tengas la fortuna, la gran fortuna de poder actuar en consecuencia.
Y te deseo que le busques la vuelta a las cosas, a la familia, al amor, a los hijos, al trabajo, para poder sacar a pasear al cromañón que llevas adentro, para poder tirarte diez días sin bañarte, haciendo fuegos, asando carne pinchándola en un palo, con tu cuchillo y tu hacha bien afilados y la mente limpia de estupideces, y que te tires pedos y respires aire puro y te mojes y tirites, y las botas te huelan a humedad, a boñiga y a ceniza, y que no utilices más tecnología de la que necesaria, ni más información que la indispensable, ni más ambición que la que precisas, y que lo hagas pronto antes de que se te muera el alma.
Te deseo todo esto y que te escapes en un barco carguero, que montes en avestruces, que bucees con un simple tubo en una laguna con peces, que montes una tienda y hagas una fogata y hables respetando el tiempo propio del fuego, siguiendo las chispas con la mirada y a tu amigo con la atención, escuchándole el corazón, sintiendo sus sentimientos, como debe ser, como es menester que siga siendo, como es indispensable para ser alguien que se conoce y desde allí, desde la soledad más absoluta, se relacione con los demás, no desde la cola del supermercado rodeado de pobres hámsteres que se han olvidado de cazar, de matar, de comer carne con gusto a madera y a sangre.
Te deseo todo esto porque las fuerzas de la Civilización avanzan rampantes y no van a darte tregua, ni tiempo para reflexionar, porque la Civilización quiere que decidas ya, que medres ahora, que seas alguien mañana, que folles constantemente, que te atiborres a cada instante, y le entregues tu tiempo de inmediato y así le ayudes a apoderarse del único espacio por conquistar: tu territorio mental, y así le ayudes a matar al indio, al esquimal, al pastor, al tuareg, al trampero, al pirata, al vaquero, al gaucho, al campesino, al polizón, al aventurero.
Y te deseo que vayas con cuidado, porque aunque todavía haya espacio físico ya no hay sitio para el sueño de dejar atrás la jaula y huir, porque cada vez hay menos personas con las que poder hablar de algo que no sea un producto, un cacharro, una imagen, porque cada vez más cuesta hablar de lo intangible, porque cada vez más quieren enjaularte en el sentido que ellos le confieren a las palabras, castrarte con su mirada, exigirte que uses tu capital para construirte a ti mismo una jaula más grande, una rueda más ancha, un comedero más amplio, rodeado, por supuesto, de un cristal más trasparente.
Te deseo esto, amigo mío, porque la jaula ya no está más afuera sino adentro, y no porque el mundo se vaya a acabar con estruendo apocalíptico, sino porque el que se va a acabar, hermano, eres tú.
Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a si mismos y liberar a los opresores.
Paulo Freire